lunes, junio 30, 2008

paréntesis

Te escribo poco últimamente, seguramente por dos razones: tengo menos tiempo y, en mi tiempo libre, estoy menos sola, con la parte mejor y peor que eso tiene. Porque la verdad es que estar solo puede ser muy positivo cuando hace que lo que se te pasa por la cabeza o por el alma con ganas de ser compartido salga igual pero de otra forma, como por ejemplo en un post.

Me hace pensar en que tenemos una especie de tope en nuestra capacidad de compartir, y que cuando en algunos momentos se llega a ese tope por unas vías, las otras quedan como entre paréntesis, siempre disponibles pero menos concurridas por esa suma de factores.

Este post no es para nada una disculpa, porque la ventaja que tiene mi blog es que nadie me pidió nunca que lo creara ni me pide que lo mantenga. Es un post no-post, un silencio explicado con algunas palabras que no son más que una visita, un saludo a mí misma y a esta parte de mí que es miércoles18 y a la que siempre me gusta volver como quien regresa a casa.

domingo, junio 22, 2008

el canto del cisne

Hace tiempo un amigo me pidió que escribiera un texto sobre el "antiapocalipsis" para una revista online llamada Chichi&Co que, creo, no llegó a publicar su segundo número...

Me autopublico entonces ahora que me ha venido a la memoria revisando documentos de entonces, poco antes de crear este blog.

EL CANTO DEL CISNE

Busquemos algo bueno, no en apariencia, sino sólido y duradero, y más hermoso por sus partes más escondidas; descubrámoslo. No está lejos: se encontrará; solo hace falta saber hacia dónde extender la mano; mas pasamos, como en tinieblas, al lado de las cosas, tropezando con las mismas que deseamos…
Lucio Anneo Séneca
(4 a.C.–65 d.C.)

Las primeras líneas de mi texto las quiero consagrar al aviso de que no tengo grandes conclusiones, de que no hay una tesis que justificar; más bien se trata de compartir algunas ideas que, alrededor de un tema tan oceánico como el antiapocalipsis, se me venían desordenadas y perdidas a la cabeza estos días.

Y es que la propuesta me parece de una ambición considerable, porque al fin y al cabo, es como reflexionar sobre algo así como “el estado de ánimo del mundo”… ¡complicada tarea para una mente dispersa como la mía!

Así que cuando decidí participar del reto me puse a pensar un rato, a ratos, a mirar distinto, a leer un poco, de unos pocos… y aunque seguía sin conclusiones ni tesis, me di cuenta de que el mundo, o al menos el mío, estaba lleno de señales antiapocalípticas y que por tanto tenía que encontrar la forma de compartirlas con vosotros.

La primera cosa en la que estuve pensando fue curiosamente en la astrología. Me contaron hace poco que se está produciendo el paso de la era pisciana (regente en los últimos 2160 años) a la acuariana, propiciada según google por una nueva frecuencia que afecta al planeta llamada la “banda fotónica de Alción” y que además coincide con un fenómeno puramente astronómico de retrogradación de un tal “punto vernal” llamado Gamma... (hasta aquí no hemos entendido nada, estoy de acuerdo). Si la era pisciana ha sido la del poder, el control, los miedos, la codicia, la violencia o la adicción, la acuariana será la de la ruptura y la liberación, la del libre albedrío y el amor.
El tema es que nosotros estaríamos justo en medio de las dos (no se ponen muy de acuerdo sobre las fechas), así que por un momento me pareció que tenía cierto sentido hablar de un supuesto cambio de era atrológica/astronómica como responsable de estos tiempos antiapocalípticos en los que andamos como perdidos buscando señales, guías, evasiones, inspiraciones, rupturas … y en los que tanta gente se acerca (en el mejor de los casos) a grupos místicos, agrupaciones New Age o técnicas orientales de todo tipo. Parecía que la cosa cuadraba bastante; no sé qué os parecerá a vosotros…

Pero a mí, y tal vez por un exceso de racionalidad (o falta de fe), me hacía sentir algo incómoda la idea de defender esta teoría sobre la actitud antiapocalíptica, puesto que tampoco es la que practico yo, que soy en general bastante reacia a los credos de cualquier tipo. Así que me tomé un día de reflexión entre libros (enfermedad imaginaria para los amigos y menos imaginaria para mis jefes) para hurgar un poco a ciegas entre otras posibles ideas que compartir con vosotros. Este viaje fue más placentero e inspirador, pero tampoco me llevó a grandes respuestas y, como todo viaje desordenado a la inmensidad de los libros, me dejó un poco con hambre. Pero me paseé entre poetas, filósofos, místicos y otros publicadores de algo, y anoté algunas ideas útiles y pasé por muchas otras más o menos interesantes.

Por ejemplo, lo primero que anoté fue una cita del poeta Roberto Bolaño en una entrevista para la revista Quimera , donde afirma que el sueño es como el psiquiatra que cada noche te está curando. Me llamó la atención esa idea, porque siempre he pensado que dormir es una actividad fantástica de la que hablamos poco, un descanso de uno mismo y del mundo que ofrece una verdadera salvación a ciertos días de apocalipsis. Una oda al dormir (y la libertad de los sueños) como emblema del antiapocalipsis me pareció también un buen tema del que hablaros; y hasta pensé en un posible video en el que varias escenas de violencia, de miedo, de tristeza, etc. fueran intercaladas con escenas de plácido sueño, como ese paréntesis universal en medio de cualquier situación de fin de un mundo... Luego pensé que los desastres ecológicos no duermen de noche, y que a veces se tienen pesadillas, y que siempre nos acabamos despertando… y por eso me quedé solo con la frase de Bolaño.

Después di un paseo y hacía un día precioso, y me di cuenta de cómo las calles, los portales, la gente, los detalles más pequeños, podían convertirse en una colección de señales del antiapocalipsis; y pensé en un posible reportaje de fotos, de pequeñas situaciones que me sorprenden a veces y que me parecen positivas y esperanzadoras: la floristería de la esquina, el viejo “loco” que canta ópera en una placeta de Gran de Gràcia, el sol entre las hojas de un árbol, los voluntarios de Oxfam tenaces a la salida del metro, la señora que me pide que le alcance una lata de berberechos demasiado alta en el colmado… de repente me di cuenta de que el día estaba lleno de cosas que me parecían antiapocalípticas, y también de que no es porque lo fueran especialmente, sino porque yo las veía así; por eso me dije que tal vez era algo demasiado personal.

Así que volví a los libros, y esta vez me incliné por títulos bien serios como El fin de la modernidad de Giani Vattimo, o El fruto de la nada del Maestro Eckhart, y algo de Sabater sobre el siglo XXI y de Amador Vega sobre el nihilismo… en fin, que me metí en camisa de once varas porque todo resultaba demasiado complejo y disperso. Anoté algunas cosas, pero pensé que os aburriría y me aburriría a mí misma hablando del fin de la historia según Gehlen o Heidegger, o de la idea de la pobreza de espíritu de las bienaventuranzas según Eckhart… estaréis de acuerdo conmigo (o lo hubierais estado).

Y justo entonces, cuando me sentía del todo desorientada y a punto de desistir, di con Sócrates, con su biografía y con la mítica escena de su muerte, que relata Platón en El Fedón. Regresé gracias a ese libro a la anécdota del canto del cisne, que leí hace muchos años, y me pareció una imagen preciosa de la actitud antiapocalíptica que andaba buscando, y pensé que aunque no sabía qué contaría en mi artículo, acabaría mi texto con ella (suele pasarme que me motiva más pensar en el final que en el principio de ciertas cosas). Os cuento: Se decía en la antigua Grecia que los cisnes entonan sus más intensos y bellos cantos antes de morir , y no sé si es o no verdad, pero Platón lo usa como ejemplo de la muerte de Sócrates, de su actitud positiva y valiente ante el final, ante su propio apocalipsis.

Pensé que me gustan los finales que no se angustian, los que se rinden homenaje, los que se rebelan contra las falsas consolaciones y no necesitan promesas, ni se condenan. Me gusta pensar en los finales por adelantado, porque en el final de las cosas está muy a menudo su máximo interés, y porque el apocalipsis sucede cada día, y cada día sucede lo contrario. La vida tiene menos que ver con los principios que con la dignidad de los finales .



SOBRE LA AUTORA

Nací un miércoles de octubre hace más o menos veintiocho años y me llamaron Belén. Desde entonces, me dedico al tan interesante como inevitable (según el día) oficio de vivir conmigo; y me encantan los miércoles, y hasta mi nombre.

Curiosa empedernida, madura a ratos, romántica desencantada, sincera sin remedio, solitaria a regañadientes, impaciente, amante de las palabras y de ciertos silencios, amiga de lo relativo y de mis amigos, una de las pocas cosas absolutas.

Me encantaría pasarme el resto de mi vida viajando, buscando, descubriendo, compartiendo, escribiendo… todo eso que a veces me parece que solo hago a ratos, a medias; pero que va conmigo como mi nombre, como los miércoles.

Camille

Ya que ayer me perdí un gran concierto, conjuro mi rabia con un post... más vale tarde que nunca. El año que viene no me pierdo lo bueno del Sónar, prometido!

viernes, junio 20, 2008

veleta

Como una veleta al viento
que gira loca y sin sentido
sobre un eje que conserva
su raíz de alma y carne.

Como una veleta me siento
girar en todas direcciones
en movimiento y anclada,
caprichosa y alegre
caprichosa y triste...
con ganas de volar a veces
sin Dios
sin adiós.



El video: Hercules&The love affair (con Antony)

viernes, junio 06, 2008

Hay golpes en la vida...

La vida tiene golpes.
Los tiene de todos los tamaños y proporciones, en formas infinitas y siempre inesperadas, para bien y para mal. Su calidad principal es justamente esa, la de lo inesperado. Entonces, cuando es para bien hablamos de sorpresas y cuando es para mal de golpes. Porque el golpe es una sorpresa que en lugar de hacerte libre y ligero te encadena a tu propio peso, te hace dolorosamente consciente de tu propia existencia amoratada o en carne viva, asustada.

Y lo interesante del tema es que ambos conviven en cualquiera de nuestras vidas humanas, individuales y colectivas, en un equilibrio complejo que convierte a la felicidad (la paz, la sabiduría, el Nirvana) en una pieza de alta ingeniería del alma. Si el mecanismo funciona logramos un buen balance de sopresas y golpes, compensado la explosión evanescente de las primeras con la contusión de las segundas, aligerando el peso de cualquier golpe con el bálsamo áereo de alguna sorpresa esperanzadora. La combinatoria es interminable en grados y calidades, en duraciones y profundidades, hasta hacer de nosotros seres en constante supervivencia y superación, adiestrados para la compensación por pura máxima de conservación de la especie.

Lo bello de todo este juego que es la vida es, como siempre, el arte. La vida podría verse como una interminable exposición de obras de la sorpresa o el golpe, a menudo en evidente desequilibrio, otras en deliciosa armonía.
Lo sabio de todo está en quitarle un poco de peso al golpe, en entender que "así es la vida a veces" y seguir adelante, siempre, porque solo tenemos una vida y es nuestra responsabilidad compensarla y llenarla de posibilidades de todo tipo, entre ellas la de volar.

Te dejo este poema de César Vallejo, que me vino a la memoria pensando en los golpes de la vida:

LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

miércoles, junio 04, 2008

por boca de un poeta

Estaba pensado si escribir un post sobre Praga, pero estoy todavía reposando la experiencia y esperando a descargar alguna imagen.

Quería postear algo ahora, pero llevo toda la tarde escribiendo y he decidido que prefiero hablar por boca de otros, me gusta hacerlo a veces. Y he pensado en poesía, porque he leído que García Montero acaba de sacar su nuevo libro de poemas y porque eso me ha llevado a rescatar algunos de sus poemas antiguos. Hay muchos, diría que todos, pero este me gusta especialmente porque para hablar de amor habla del mar y las palabras.

EL AMOR

Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.

Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.

Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.

Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.

Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.

LUÍS GARCÍA MONTERO

 
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