viernes, febrero 27, 2009

porvenir

Colgado en una lámpara, está este poema en mi casa. Lo releo hoy, con furia y tristeza, con esperanza.

Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.

!Mañana! Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.

Ángel González

sábado, febrero 21, 2009

Ungaretti

CANTO QUINTO

Has cerrado los ojos,
nace una noche
llena de falsos huecos,
de ruidos muertos
como de corchos
de redes caladas en el agua.

Tus manos se hacen como un soplo
de inviolables lontananzas,
inaferrables como las ideas,

y el equívoco de la luna
y el balancearse, dulcísimos,
si quieres posármelas sobre los ojos,
tocan el alma.

Eres la mujer que pasa
como una hoja
y dejas en los árboles un fuego de otoño.

LA PIEDAD

1

Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exiliado en medio de los hombres.

Mas por ellos estoy en pena.
¿No sería digno de volver a mí?

He poblado de nombres el silencio.
¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.

Hojas secas,
alma llevada aquí y allá...,
No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.

Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?

Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?
Quizá el hombre también es indigno de esperanza.

¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?
El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.

La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.
Loca y gastada está el alma.

Dios mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?

Compadécenos entonces, crueldad.
No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor.

Muéstranos una huella de justicia.
Tu ley, ¿cuál es?
Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.

2

Carne melancólica
donde una vez pululó la alegría,
ojos entreabiertos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
lo que seré caído en la tierra?

Está en los vivos el camino de los difuntos,
nosotros somos una riada de sombras,

y ellas el grano que explota en el sueño,
de ellas es la lejanía que nos queda
y de ellas la sombra que da peso a los nombres.

La esperanza de una gran sombra
¿sólo es esto nuestra suerte?

¿Y no serías tú más que un sueño, Dios?
Temerarios, por lo menos un sueño
queremos que sea semejante a ti.

Es parto de la locura más clara.
No tiembla en nubes de ramas
como pájaros de la madrugada
al borde de los párpados.

En nosotros está y languidece, llaga misteriosa

3

La luz que nos aguija
es un hilo cada vez más sutil.
¿Sólo deslumbras matando?
Dame esta alegría suprema.

4

El hombre, monótono universo,
cree acrecentar sus bienes,
y de sus manos febriles
no salen, sin fin, más que límites.

Pegado al vacío,
a su hilo de araña,
no teme ni seduce
más que a su propio grito.
Evita el desgaste haciendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.


Giuseppe Ungaretti (1988-1970)

miércoles, febrero 18, 2009

El retorno de los miércoles

Hace tiempo que no hablo de los miércoles, sucede que por temporadas pasan a confundirse con el resto de los días, dejan de destacar o yo dejo de hacer que lo hagan; porque lo especial de los miércoles, como de cualquier otra cosa, está en la mirada.
Hoy tengo sensación de miércoles, de ese día de la semana sobre el que pivota algo difícil de explicar, en el que mi mirada sobre las cosas tiene sabor a raíces, a posibilidad, a mi nombre y a una soledad con sentido. Seguro que tú tienes tu día especial de la semana o cualquier otro elemento significativo, y no importa la razón ni tampoco si tiene una base real o simplemente construída por tu voluntad. Lo importante es que ese día o ese símbolo salvador de tu vida regrese cuando le necesitas, y por eso yo celebro hoy su retorno.
Es miércoles 18, un miércoles luminoso que me tiende la mano y me invita.

lunes, febrero 16, 2009

16:16, un microrelato

Eran las 16:16 horas de la tarde de aquel día. El sol al otro lado de la ventana entraba a través de la persiana, proyectando rayitas iguales de luz sobre la cortina. Ese dibujo del sol la transportaba, desde la infancia, a un sentimiento de hogar que tenía todos los adjetivos que se reunían para ella, como un abrazo, en esa palabra, y toda su historia de luces y sombras. Eran las 16:16 de la tarde y estaba esperando a que llegara la hora, y se sorprendió sonriendo, y disparó.

contrasentido

NOTAS DE VIAJE, de Nicanor Parra

Yo me mantuve alejado de mi puesto durante años.
Me dediqué a viajar, a cambiar impresiones con mis
interlocutores,
Me dediqué a dormir;
pero las escenas vividas en épocas anteriores se hacían
presentes en mi memoria.
Durante el baile yo pensaba en cosas absurdas:
Pensaba en unas lechugas vistas el día anterior
Al pasar delante de la cocina,
Pensaba un sinnúmero de cosas fantásticas relacionadas con mi
familia;
Entretanto el barco ya había entrado al río
se abría paso a través de un banco de medusas.
Aquellas escenas fotográficas afectaban mi espíritu,
me obligaban a encerrarme en mi camarote;
comía a la fuerza, me rebelaba contra mí mismo,
constituía un peligro permanente a bordo
puesto que en cualquier momento podía salir con un
contrasentido.

viernes, febrero 13, 2009

la inutilidad del calendario

Un simple gesto hoy, cotidiano
como es el abrir una agenda
me ha revelado una necesidad
y un imposible:
¿cómo señalar la pena en un calendario?
¿Dónde anoto mis reuniones con la tristeza?
Citas sin hora de inicio o final
sostenidas entre los días como un compromiso
ineludible, un examen sin temario,
un recado sin lugar, sin precio, sin objeto.
Algo tan simple como abrir la agenda es,
en este momento de ausencia,
la constatación del peso
del paso de los días
de los planes con tachaduras
y los aniversarios sin fiesta...
es la confirmación
de la necesidad de tiempo
frente a la inutilidad del calendario.

jueves, febrero 12, 2009

Pessoa

Hay un poema colgado en mi cocina desde hace tiempo. Está ahí porque un día llené de poemas colgados mi casa para una fiesta, y con el tiempo algunos de ellos han ido saliendo, otros se han quedado, por la razón que sea, en algunos rincones. Tal vez ellos mismos los han escogido para quedarse, casi invisibles, para sorprenderme un día cualquiera con su relectura distraída, azarosa o no.
Hace unos días me reencontré con el de Pessoa, en la cocina, sobre la pared de pizarra llena de huellas de personas que han pasado por mi vida y por mi casa, de sus regalos de colores y palabras. Sus primeros versos se han quedado en mi memoria y van y vienen estos días. Por eso le dedico este post a ese poema, lo cuelgo en esta segunda casa mía que es este espacio, a la que te invito siempre que me lees.

He pasado toda la noche sin dormir, viendo,
sin espacio tu figura.
Y viéndola siempre de maneras diferentes
de como ella me parece.
Hago pensamientos con el recuerdo de lo que
es ella cuando me habla,
y en cada pensamiento cambia ella de acuerdo
con su semejanza.
Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella.
No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no
pienso más que en ella.
Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi prefiero no encontrarla,
Para no tener que dejarla luego.
No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que
quiero. Quiero tan solo
Pensar en ella.
Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.

martes, febrero 10, 2009

antes y después

Hay días en los que algo marca un antes y un después. Una decisión, una conversación, una despedida, y al día siguiente te despiertas con la sensación de estar sin estar en el mismo mundo, viviendo en una realidad familiar y extraña, huérfana... como en los sueños inquietantes y tristes de los que te despiertas aliviado, pero sin posibilidad de despertar ni de alivio. Hoy ha sido uno de esos días, en la vida hay pocos y tienen un olor especial que se queda clavado en la memoria para siempre, con cada uno de sus detalles, cada cigarrillo, cada gesto, cada pensamiento, cada palabra dicha, cada lágrima... son días que el alma fotografía sin darse cuenta, porque son días en los que el alma se prepara para la tristeza, en la antesala de un cambio que se intuye inevitable y difícil a la vez. Mañana me despertaré en la cama de siempre, pero será otra; desayunaré lo de siempre, pero me sabrá distinto; caminaré por la calle, y la gente me parecerá ajena, ignorante de la trascendencia de cada instante para mí, de su vacío... Mañana será otro día de algo nuevo, algo que solo el tiempo dirá si mereció la pena, pero que de momento solo estará marcado por un gran vacío, y por la duda y el miedo, y por la huella de ese día anterior que lo cambia todo. Solo lo que sé que permanece me consuela ahora, me ancla a seguir siendo quien soy y a respirar hondo, y a esperar que pasen los días.

viernes, febrero 06, 2009

delirios sin grandeza

Esta mañana al despertar me he quedado a medio camino entre el sueño y la realidad, de una forma más consciente e instalada en el alma de lo que lo hago otras mañanas. Me he quedado pensativa en ese espacio de duda del primer abrir de ojos, cuando desde la cama intuyo la luz del día en la ventana a la izquierda, y miro -como en un acto de oración heredado de la infancia- el dibujo que cuelga de la pared a la derecha, el de la muchacha de espaldas, que surge de unas raíces sembradas de flores y sostiene el hilo de un globo rojo en la mano. Cada día me debato entre la tentación del sueño, el cerrar de nuevo los ojos para seguir viendo mundos imaginarios y silenciosos, y la llamada de la vida, de las calles, del trabajo, de la gente, del sonido, del movimiento. Siempre me cuesta tanto decidirme... me pregunto si es porque dormida el mundo me parece más bello, más posible.

Por eso hoy me he quedado atrapada en ese delirio cotidiano, en un intento de comprender o expresar el por qué de la persistencia de la duda en mis mañanas, del doloroso placer de sentirme en un espacio sublime y torturador a la vez, mezcla de deseos y miedos, de libertad y servilismo, de creatividad contenida en ese intersticio fugaz y lleno de pereza. Lo único que he logrado es escribir unas palabras en mi cuaderno de la mesilla, y salir adelante como cada día, con el acto de la ducha, el desayuno y el trato con las cosas del mundo. También me he dado cuenta de que miraba con ojos distintos a los de otras mañanas, ojos como de viaje, y he leído versos sueltos, mejorables, en las terrazas de los áticos, en las conversaciones de algunos tenderos, en los locales vacíos por alquilar... y al oír mi propia voz pidiendo una salsa para la pasta fresca o cita con el médico, la he sentido por dentro como un sobresalto, lejana.
Tengo que contar historias, deseo encontrar palabras... las he buscado en el delirio, pero me he quedado soñadora sin rumbo en la realidad. El universo del sueño reivindica su silencio cuando le reclamo en el mundo, se reserva las palabras o requiere de una llave especial, de un genio o una disciplina que, sinceramente, dudo si poseo. Y resulta que los delirios que me llenan por dentro en las mañanas extrañas no tienen luego la grandeza que prometían... o tal vez debo seguir buscando, o buscando en otra parte, o de otro modo.

 
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