Las 24 horas de hoy han sido especiales y bellas. El día de mi cumpleaños para mí, lejos de ser una constatación más o menos dolorosa del paso del tiempo, es una celebración de la vida, la que más me pertenece, la mía propia. Es un homenaje, una explosión de amor, de amistad, de deseos, de sueños... es 18 de octubre y todo huele y sabe diferente, como a golosinas y a papel de regalo... me vuelve niña y me repara, es un "vale por alegría sin restricciones". La pesadez de la edad, de la identidad o la melancolía están, por supuesto, pero este día está a salvo; es un día al año, uno al menos, en el que todos mis deseos tienen permiso.
domingo, octubre 18, 2009
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1 comentario:
...y qué bien la pasamos!
Me pregunto si valdría la pena alargar la seguridad de ese día y extenderla a otros, o bien dejarlo como está: 24 horas perfectas al año.
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