Hay un poema colgado en mi cocina desde hace tiempo. Está ahí porque un día llené de poemas colgados mi casa para una fiesta, y con el tiempo algunos de ellos han ido saliendo, otros se han quedado, por la razón que sea, en algunos rincones. Tal vez ellos mismos los han escogido para quedarse, casi invisibles, para sorprenderme un día cualquiera con su relectura distraída, azarosa o no.
Hace unos días me reencontré con el de Pessoa, en la cocina, sobre la pared de pizarra llena de huellas de personas que han pasado por mi vida y por mi casa, de sus regalos de colores y palabras. Sus primeros versos se han quedado en mi memoria y van y vienen estos días. Por eso le dedico este post a ese poema, lo cuelgo en esta segunda casa mía que es este espacio, a la que te invito siempre que me lees.
He pasado toda la noche sin dormir, viendo,
sin espacio tu figura.
Y viéndola siempre de maneras diferentes
de como ella me parece.
Hago pensamientos con el recuerdo de lo que
es ella cuando me habla,
y en cada pensamiento cambia ella de acuerdo
con su semejanza.
Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella.
No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no
pienso más que en ella.
Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi prefiero no encontrarla,
Para no tener que dejarla luego.
No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que
quiero. Quiero tan solo
Pensar en ella.
Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.
jueves, febrero 12, 2009
Pessoa
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