lunes, diciembre 24, 2007

los 365 días de Lilli

ilustración: Julie Morstad

Lilli había crecido tanto dentro de su jaula dorada que ya no cabía. Fue entonces cuando se atrevió por fin a usar la puerta.

Lilli había viajado dentro de la jaulita a los más remotos lugares, había visto el mundo desde allí, había descubierto ciudades de agua, paisajes de hielo y de fuego, amaneceres lentos y noches profundas. Había conocido el sufrimiento, la injusticia, las mentiras, y también el amor… y la música. Porque desde allí podía verlo todo, escucharlo todo, olerlo todo, y hasta tocarlo sin saber que lo hacía sacando solo una parte de ella hacia fuera, la necesaria para no sentir frío luego cuando se quedaba sola.

Un día que no pasaba nada Lilli se paró a pensar, pensó cosas que casi nunca pensaba y, de repente, vio la jaula, y la vio abierta. Lilli no recordaba cuándo entró allí, porque no se suelen recordar las cosas que hace mucho tiempo que han sucedido. Le dio tanto miedo que se quedó quieta, muy quieta, durante algún tiempo. Si salía, pensó, no sabría cómo volver a entrar o, peor aún, no querría. Así que decidió dejar la puertecita abierta, durante 365 días y 365 noches, y esperar.

Y durante ese tiempo Lilli fue creciendo sin darse cuenta, muy despacito. Como por arte de magia descubría a personas que también vivían en jaulas, y a otras que estaban saliendo de ellas. A las primeras les daba palabras o lo que pudiera atravesar las barritas más o menos gruesas de cada jaula; a las segundas las invitaba a acercarse o incluso a entrar un rato en la suya si se atrevían, y a menudo lo hacían para contarle sus sueños.

Lilli le fue perdiendo así el miedo a la puerta, y a los sueños, y crecía, crecía… durante 365 largos días hasta que decidió salir, una mañana o una tarde, dejando atrás la jaulita dorada y caminando sobre seres con alas que aparecían y, a cada paso, le dibujaban el camino.

sábado, diciembre 22, 2007

buscando...

Mel Kadel "My heart should go"

Siempre me han gustado las pistas, de esas que acuden a salvarte cuando parece que no hay respuestas, en el Trivial o en la vida. ¡Dame una pista, solo una!

Las pistas tienen el poder de regalarnos un motivo para creer que es posible, para abrir los ojos y, al mirar desde otra perspectiva la misma realidad, ver el secreto que escondía o el camino de acceso a lo que no encontrábamos dentro de nosotros mismos, en nuestra memoria o en nuestra capacidad de deseo.

Me encantan las pistas porque son puertas que se abren en cualquier dirección, porque en ellas vislumbro posibilidades cuando las busco mirando adelante, y porque al quedarse en ese punto de equilibrio entre la pregunta y la respuesta, entre el azar y el destino, las pistas solo te sitúan en el punto de partida y te invitan a ir adelante, a perderle el miedo al riesgo de equivocarte.

lunes, diciembre 17, 2007

desgana

Se me quitó el hambre
de casi todo,
despacio y sin darme cuenta
se me fueron olvidando sabores,
algunos por escasez,
otros por melancolía.

Pero el caso es que
hace un tiempo que no lleno
mucho en el mercado,
que no compro, que no pruebo,
que no quiero.

Hoy me he quedado en los huesos del hambre,
con hambre
de casi nada.

viernes, diciembre 14, 2007

Agony

Una bella imagen de la agonía, vestida de calle y de mujer. la boca abierta en el pecho es como una esperanza en medio de la oscuridad, un grito que sale del corazón cuando los ojos están tapados. Interesante...
Es un collage ilustrado de Danilo Brandao, artista brasileño, para la revista online International Illustrated, gracias a los 40Fakes.

lunes, diciembre 10, 2007

la fe

A menudo se identifica tener fe con ser católico, con ser "creyente" en un Dios de características demasiado concretas y, en cierto sentido, un poco restringido. Por eso yo hace ya mucho tiempo que pensé que la había perdido, que ya no creía en lo que se supone que se cree cuando crees, que no tenía fe. No tenía 'esa' fe, simplemente.

Me he ido dando cuenta de que la fe es algo mucho más amplio, que no tiene su exclusiva ninguna religión con sus dogmas de fe increíbles. Que la fe a la que yo aspiro es la que se siente de forma natural y sin dudas cuando se cree simplemente en la vida y en la capacidad personal de vivirla como uno desea, no esperando que desde fuera lleguen los milagros sino pensando que el milagro sucede en la medida en que se desea verdaderamente desde dentro de uno mismo. Ninguna de las dos fes es fácil, y se aproximan en el aspecto del deseo, pero la segunda me parece más realista y sostenible, más madura tal vez, menos consoladora...

Porque en el fondo siempre va bien tener a quien culpar si las cosas no salen como deseamos, tener a alguien en quien perder la fe que no seamos nosotros mismos; eso es más duro de aceptar, sin duda.

sábado, diciembre 08, 2007

cuentacuentos

Hoy recordábamos con mi madre series de televisión típicas de Navidad que ponían cuando Elena y yo éramos pequeñas (más o menos durante los 80). Hemos recordado la de El Cuentacuentos, con un poco de nostalgia porque hay series de aquellos tiempos que eran buenas y que se han perdido un poco de vista.
Casualmente con David esta noche hemos ido a parar en Youtube (buen amigo de veladas con amigos de vez en cuando), justamente con esa serie, The Storyteller.
Te dejo con uno de esos cuentos ("los tres cuervos"), de la serie de 9 capítulos dirigida por Jim Henson, padre de los Teleñecos, en el 88. Sin desperdicio ninguno de ellos, además de por la calidad general de la producción, por las historias.

Me transporta a la inocencia de aquellos tiempos, a la capacidad de creer en el Amor y la Justicia con mayúsculas; y me revelan nuevos significados, menos inocentes ya, más relativos y desencantados a veces. Al fin y al cabo los cuentos los escriben los adultos, a menudo para ellos mismos también. Tal vez por eso lo posteo, porque me ha recordado a algo en lo que no quisiera dejar de creer del todo.

martes, diciembre 04, 2007

Amnistía

Una señora animación y una señora campaña. Chapeau!

Vírgenes suicidas


Hace tiempo que tenía pendiente esta película, por su banda sonora y ahora descubro que seguramente porque es el buen momento. No porque me sienta especialmente cercana al suicidio, pero sí a la muerte simbólica de ciertas cosas y creo que la película habla de eso, en clave simbólica también.

The Virgin Suicides es a mi modo de ver una historia sobre la muerte, la involuntaria de la inocencia y de la libertad, y la voluntaria como respuesta a un mundo de mentiras y fachadas que ha acabado con las dos primeras. Es el suicidio real de cinco jóvenes simbólicas de una familia simbólica en un mundo real; o cambiemos los adjetivos... es lo mismo. Porque me parece que es en esa ambigüedad constante entre lo real y lo simbólico de todos sus personajes, donde la muerte se convierte en el personaje principal, real y simbólico como las cabelleras rubias de las vírgenes.

Es necesario aprender a 'matar' muchas cosas antes de permitir que ellas nos encierren y nos corten las alas; porque si eso ocurre la propia muerte acaba por ser el único acto de libertad posible. Es necesario acabar con cada pequeña idea y con cada persona que, en nuestros mundos aparentemente normales, violan nuestro Amor (en mayúscula) por el mundo y por nosotros mismos. Matar desde dentro a los recuerdos que duelen, matar a los silencios injustos, matar a las preguntas sin respuesta, a tantas mentiras... y escaparse, salir corriendo si se puede... porque si seguimos violados por dentro y encerrados tras una fachada, para seguir vírgenes por fuera, entonces todo es una mentira enorme de la que, como las cinco hermanas, solo existe una forma de salir victorioso.

 
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