sábado, noviembre 24, 2007

ayuda directa


Hoy he conocido a Marcial, a un hombre bueno. Me conmueve encontrarme con personas que, sin pretenderlo, son buenas. Lo son porque deciden mirar más allá de sus narices, porque les hace felices algo tan simple como ayudar a sonreír a los demás, porque no le giran la cara al dolor, a la pobreza, al sufriemiento... porque son valientes y se ponen de su lado, con ilusión y entrega...

Llego de una cena, organizada por la ONG Ayuda Directa, creada por Marcial para ayudar con micro créditos a la gente de Sri Lanka, y con la que colabora mi amigo Oriol. He conocido a un hombre bueno, y tanta gente junto a él, animada por su energía y su fe. Una fe simple, humana: la fe en un mundo mejor en el que se repartan mejor las cosas, en el que ayudar sea posible con solo intentarlo, con solo vencer el miedo a acercarse a otras realidades y tender una mano; solo eso, una mano.

Me siento conmovida por la simple grandeza de esta noche, por cada pequeño detalle, por cada gran verdad. Lo comparto contigo y te invito, sin descanso, a sacar ese amor que a todos nos sobra, pero que tenemos tan callado y encerrado a veces, demasiado a menudo. Los horizontes del amor son mucho mayores de lo que imaginamos, y tienen muchas caras... y muchas sonrisas que nos esperan. Sin miedo, sin complejos, simplemente.

No hay comentarios:

 
*