sábado, noviembre 08, 2014

¡Que levante la mano!


Que levante la mano quien se conozca,
quien no albergue duda sobre sí mismo
quien diga yo soyy le basten los adjetivos.

Que levanten la mano los absolutos
que lo hagan las definitivas
que yo me la guardo como se enfunda un arma
cargada de tal vez, como la lluvia.                                           

Porque soy la hija del otoño y su baile de mudanzas
habito azarosa en estancias, paisajes o laberintos
siguiendo el hilo sutil de mi conciencia
anudada al origen y en dirección a la nada.

Y no levanto la mano, yo no levanto bandera,
mi territorio es el mapa del latido y el momento;
mi brújula: adonde miro
mi medida: lo que calma, lo que hiere, lo que quiero.
¡Entra en mi casa de ideas, de humores y de elementos!

Hay remolino en mi agua cuando chocan mis corrientes
y giro, redonda y perdida, vertical y profunda.
Me derramo, me evaporo, cristalizo, me congelo
y no hay un veredicto en la risa o en el llanto de mi espuma.

Soy ilusión de veleta que lanza el amor al viento
mi aliento, que es verdadero, relativiza verdades
y un soplido basta a veces para izar todas mis velas,
y puedo ser torbellino o silbido susurrante.

A la lumbre de mis ascuas digo paz y soy abrazo
el hogar, como un letargo, me hace sentir infinita
pero en llamas y en fulgor quemo los siempres
y alimento a mis demonios con mordiscos de ceniza.

Porque he caminado descalza sobre arena y sobre roca
y escalado con mis llagas sosteniendo la cordura,
la tierra de mi soledad es fértil, pero quiere compañía
para disfrutar del llano, para conquistar la altura.

Y juego... pues libertad es jugar
a ser mi herencia y mi tiempo,
y no levanto la mano, levanto la voz y digo
que sólo con las palabras soy algo de lo que soy,
estoy en mí
y estoy contigo.



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