lunes, julio 07, 2014

SI DE PEDIR SE TRATA

Cómo voy a decir que no,
que no quisiera en un domingo de lluvia
despertarme con él y desayunarnos sin prisa,
una y otra vez,
ajenos al silencio, al gris y al agua,
seguros de que no es la única ni la última vez
que estamos en casa.

Cómo no iba yo a preferir su piel a una taza caliente,
cuatro manos bajo la sábana a dos sobre esta mesa,
y el placer y el juego y los gemidos
al monólogo, al susurro del quererme a solas
del que, no me malentiendan, podría seguir disfrutando
durante mucho tiempo más.

Pero yo siempre escogeré, si de pedir se trata,
el doble pulso en el camino con un compañero
de llanuras y pendientes,
el que me ve cuando me mira y me sabe y me elige
porque a su equipaje aún le queda espacio y posibles
y las ganas de sí, de más, de mejor
a pesar de todo lo que no, lo que mal, lo que menos.

Elijo, para cielos de sol o de lluvia,
a quien me coja de la mano
ante el espejo de todos los días
para reconocernos frágiles y hermosos,
humanos y relativos
con poco tiempo que perder y muchas ganas
de querernos bien, simplemente.

Así que, desde la ingenuidad aparente
tras lo obvio de los buenos deseos,
y con la única certeza del decir de las palabras
elijo, si de pedir se trata,
que me sirvan otra de amor a domicilio.
Aguardaré donde estoy, donde soy sencillamente
con la necesidad calibrada
y sin ninguna urgencia,
hasta que algo, un detalle o un cataclismo,
me confirmará su llegada.


No hay comentarios:

 
*